Calificarlo como súperyate es quedarse corto. Y no porque tengamos un
récord de eslora entre las manos, sino porque, a simple vista, lo último que
dirías del Kokomo Ailand es que es un barco. De hecho, no nos extraña que haya
sido definida por muchos como la primera isla privada móvil, pues a eso es
precisamente lo que recuerda (ABC)
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