Por su aspecto, Yoichi Ochiai _ no habría desentonado
en alguna de las entregas de Harry Potter. Detrás de su apenas disimulada
timidez y sus brillantes imágenes sobre lo que nos espera en el futuro, es
posible adivinar varias tramas en las que Yoichi confabula con Potter, Hermione
Granger y Ron Weasley para vencer al malvado Lord Voldemort. Tal vez sea por
eso por lo que algunos han llamado a este investigador japonés alquimista, mago
o brujo, pero él prefiere definirse a sí mismo como “artista multimedia”.
La relación de Ochiai con los ordenadores comenzó muy
temprano: a los nueve años empezó a juguetear con ellos y poco después estaba
fascinado por las posibilidades que le ofrecía la creación de entornos en 3D.
Desde entonces ha enfocado sus estudios y sus trabajos en el objetivo de superar
los conceptos de realidad virtual y realidad aumentada para convertir el
entorno que nos rodea en algo tan manipulable y flexible como el mundo digital. La tecnología con la que Ochiai pretende desafiar,
nada menos, que la ley de la gravitación universal alcanzó, cierta notoriedad
fuera de los círculos científicos cuando publico en YouTube algunos de los
experimentos realizados junto a sus compañeros de investigación. Aquel vídeo en
el que se veían pequeños objetos mecerse en el aire como por arte de magia al
ritmo del vals “El Danubio azul” de Strauss, suma ya millones de reproducciones
en su canal y provocó que algunas publicaciones especializadas comenzaran a
referirse a él como “el alquimista de la era digital”. Esta levitación acústica
sobre la que trabaja Ochiai tiene, de momento, sus aplicaciones más inmediatas
para la industria aeroespacial, donde puede ayudar a solventar uno de los
problemas más engorrosos que encuentran los astronautas en el espacio: la
dificultad para moverse y manipular objetos por culpa de la ausencia de
gravedad.
Ochiai quiere ir mucho más allá en sus próximos
proyectos. Pretende que podamos tocar la información digital con nuestras
propias manos, un avance que revolucionaría varios campos como el de las
comunicaciones (a través de hologramas táctiles). “El siglo XXI tiene a la
gente hechizada. No entendemos lo que los ordenadores son capaces de hacer en
nuestro entorno. No sabemos lo que ocurre dentro de los smartphones o cómo
funciona la nube. No sabemos qué hay detrás de Twitter o Facebook. Por eso digo
que es como si estuviéramos hechizados”, afirma el japonés. Y añade, con la
socarronería propia de los magos: “todas estas tecnologías que no sabemos
distinguir de la magia, me encantan” (El Pais, texto de José L. Álvarez Cedena)
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