Al sultán de Johor, uno de los estados que componen Malasia, le gusta moverse con estilo. Muy aficionado a viajar, en su palacio guarda una colección de más de 300 coches y motos donde se cuentan por decenas los Rolls-Royces, Bentleys, Aston Martin, Mercedes y BMW, tanto nuevos como antiguos. Pero, por muy lujosos que sean dichos vehículos, ninguno de ellos iguala su última adquisición: un avión Boeing 737 pintado en oro. Con capacidad para 30 pasajeros, un salón comedor, dormitorio, ducha y tres cocinas, este «jet» privado es el último capricho que se ha permitido el sultán Ibrahim Ismail, vigésimo quinto heredero de un linaje que domina la parte más meridional de Malasia desde el siglo XVI, cuando los portugueses echaron a sus antepasados del puerto de Malaca. Tras una espera de dos años, en los que Boeing preparó el avión a su gusto, el sultán ya tiene un nuevo «juguete» con el que pasearse por Malasia, un próspero país del Sudeste Asiático con abundantes recursos naturales y mayoría de población musulmana. «Todavía he de planear el viaje inaugural, pero quizás vuele a Penang (una isla al norte del país) para tomarme allí un plato de nasi kandar (arroz al curry con verdura y carne)», explicó exultante al diario «The Star». Como primera excursión, no está mal para un aparato que, según la hoja de precios de Boeing, puede llegar a costar unos cien millones de dólares (90 millones de euros), y eso sin contar el tuneo encargado por el sultán. Aunque Ibrahim Ismail tiene el título de piloto, antes de ponerse a los mandos de su nuevo avión tendrá que entrenarse en un simulador de Australia. Mientras tanto, siempre puede acercarse hasta Penang, en el otro extremo de Malasia, con alguno de sus coches y motos o con el camión que se compró el mes pasado, que pasa por ser el más caro del mundo. Por 1,4 millones de ringgit (320.000 euros), el sultán se hizo con un Mack Truck que llevó un año acondicionar a su gusto. El resultado: un camión que se parece a los de Transformers con bordados de oro en los asientos, pantallas planas de TV, cama doble y hasta cocina. Al menos en tamaño, se trata sin duda de la joya de la corona en su colección de vehículos, algunos de ellos coches clásicos heredados de su familia. Es el caso de un Mercedes JF2 de 1936 que, según cuenta el sultán en un vídeo de la televisión filipina, es un modelo único en el mundo porque Hitler se lo regaló a su familia antes de la II Guerra Mundial.
Exclusiva colección
Uno tras otro, Ibrahim Ismail va enseñando en dicho programa sus limusinas Mercedes de los años 60 y sus Rolls-Royce Phantom, que esta exclusiva marca tarda seis meses en personalizar con los emblemas de su escudo real y los colores de la bandera de Johor. Para que los vehículos no sufran el calor húmedo del sur de Malasia, sus garajes están dotados con aire acondicionado y vigilados por una legión de mecánicos encargados de tenerlos siempre limpios y a punto. Entre ellos no solo hay coches dignos de un museo como un Lagonda de 1938, una legendaria marca británica de lujo, sino también modernos deportivos como un Aston Martin DBS de fibra de carbono, capaz de alcanzar los cien kilómetros en 4,3 segundos y de llegar a 295 kilómetros por hora gracias a sus 6.000 centímetros cúbicos y 325 caballos. Además de coleccionar estos vehículos, el sultán de Johor compra las motocicletas para la Policía de su estado y todoterrenos oficiales Range Rover, algunos de los cuales llevan incorporado un iPad en las pantallas de los asientos traseros. Con todos estos «juguetes», promociona su estado en exposiciones y carreras y, en un alarde de generosidad, hasta promete llevar en su nuevo «jet» dorado a los peregrinos pobres que no pueden viajar hasta La Meca. Si la montaña no va a Mahoma, el sultán la trae en alguno de sus vehículos (ABC)
Exclusiva colección
Uno tras otro, Ibrahim Ismail va enseñando en dicho programa sus limusinas Mercedes de los años 60 y sus Rolls-Royce Phantom, que esta exclusiva marca tarda seis meses en personalizar con los emblemas de su escudo real y los colores de la bandera de Johor. Para que los vehículos no sufran el calor húmedo del sur de Malasia, sus garajes están dotados con aire acondicionado y vigilados por una legión de mecánicos encargados de tenerlos siempre limpios y a punto. Entre ellos no solo hay coches dignos de un museo como un Lagonda de 1938, una legendaria marca británica de lujo, sino también modernos deportivos como un Aston Martin DBS de fibra de carbono, capaz de alcanzar los cien kilómetros en 4,3 segundos y de llegar a 295 kilómetros por hora gracias a sus 6.000 centímetros cúbicos y 325 caballos. Además de coleccionar estos vehículos, el sultán de Johor compra las motocicletas para la Policía de su estado y todoterrenos oficiales Range Rover, algunos de los cuales llevan incorporado un iPad en las pantallas de los asientos traseros. Con todos estos «juguetes», promociona su estado en exposiciones y carreras y, en un alarde de generosidad, hasta promete llevar en su nuevo «jet» dorado a los peregrinos pobres que no pueden viajar hasta La Meca. Si la montaña no va a Mahoma, el sultán la trae en alguno de sus vehículos (ABC)
Sem comentários:
Enviar um comentário